Vivir no es para siempre

Hace aproximadamente dos años, sentada en una silla y con un nudo en el estómago trataba de hacer un resumen de la que teóricamente se había convertido en la última semana de vida. Mientras me preguntaba quién me había mandado a mí ir a un coach, y por qué tenía que responder ese tipo de preguntas “trascendentales” que sentía que no me llevarían a ninguna parte.

Por aquel entonces yo estaba en modo ¡AHHHH no sé qué hacer con mi vida! así que, en la mitad de la sesión me plantearon la siguiente pregunta:

¿Si esta fuese la última semana de tu vida, qué harías?

Ahora te voy a pedir que te tomes un minuto para responder por ti mismo, piénsalo si esto te ocurriese a día de hoy ¿Qué harías?

Si lo reflexionas un poco, quizás te des cuenta de que esta última semana tampoco sería la leche… porque entre el tiempo que invertirías en recuperarte del shock, despedirte de tus familiares/amigos y aprovechar para hacer todas esas cosas que “tienes pendientes”, quizás te irías de este mundo un poco insatisfecha.

Igualmente, yo monté el que sería ¡EL PLANAZO DE MI VIDA!

Dedicaría mi última semana a ver las estrellas desde el desierto de Atacama, bucear en Tailandia entre peces de colores o sobrevolar el Everest… ¿mola verdad?, y si te digo que en ese momento no lo sentí así.

Pensé que me arrepentía de ciertas cosas que no había hecho en mi día a día y que me hubiesen ayudado a sentirme mejor conmigo misma, esos pequeños detalles que hacen tu día poco más especial, que provocan que  sonrías más o seas un poco más feliz.

Cosas como:

-Haberme quejado un montón de ciertos aspectos de mi vida que realmente no me gustaban y no haber hecho nada para cambiarlos.
-Haber dejado ciertas cosas por decir.
-No haber encontrado la suficiente valentía para seguir avanzando en mi carrera ni en la relación que por aquel entonces mantenía.

Pero, ¿sabes lo difícil de todo eso? que estos cambios no llegan de un día para otro, sino que son cuestión de tiempo, trabajo y constancia.

Esto me hizo recordar un estudio que se publicó hace varios años, en el que Bronni Ware una enfermera que trabajaba en cuidados paliativos de un hospital, indicaba los 5 arrepentimientos más comunes que tenían las personas a la hora de morir (http://bronnieware.com/regrets-of-the-dying/) y que, a modo de reflexión, te indico a continuación:

1. Ojalá hubiese tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo y no a lo que otros esperaban de mí.
2. Ojála no hubiese trabajado tan duro.
3. Ojála hubiese tenido el coraje de expresar mis sentimientos.
4. Ojála hubiese seguido en contacto con mis amigos.
5. Ojála me hubiese dado el permiso de ser más feliz.

Pensar que nuestro tiempo aquí es limitado nos ayuda a poner las cosas en perspectiva, porque como dice Bonnie la vida es una elección y tú eliges qué hacer y cómo te afecta lo que sucede a tu alrededor.

Lo más probable es que a todos todavía nos queden muchos días para llegar a esa última semana, por lo que te propongo que cambiemos la pregunta:

¿Qué empezarás a hacer hoy para no arrepentirte en el futuro?

No tiene por qué ser algo grandioso y mega-guai, basta con un pequeño paso que te conduzca a conseguir eso que te ronda por la cabeza y que por una cosa u otra no dejas de posponer.
Ya sea descolgar el teléfono para llamar a ese amigo que echas de menos, buscar los billetes de avión para hacer ese viaje que llevas tanto tiempo queriendo hacer, ponerle fecha al lanzamiento a tu nuevo proyecto, tener esa conversación que te permita pasar más tiempo con tu familia o decirle a esa persona especial todo lo que le quieres.

Puedes compartirlo con nosotros en los comentarios si te apetece, yo por mi parte ¡te mando todo mi ánimo!

Si te ha gustado lo que lees y no quieres perderte nada, puedes subscribirte a la newsletter o compartirlo en redes en los botones que aparecen abajo 🙂

Deja un comentario