Cómo sobrevivir a un día sin motivación I: La acción tu mejor antídoto

Hoy ha te ha vuelto a ocurrir. Es una mezcla de pereza, desgana y falta de ilusión: te sientes desmotivado.

La verdad es que no entiendes muy bien porque te sientes así, con lo a gusto que estabas hace un mes… pero ahora parece que la motivación se ha marchado de viaje a las Bahamas y algo te dice que se quedará por allí una temporada.

Es entonces cuando te preguntas:

¿Y QUÉ HAGO YO AHORA?

 

MOTIVACIÓN: DEFINICIÓN Y TIPOS

Entendemos por motivación las ganas o impulso que nos llevan a hacer algo. La palabra deriva del latín motivus o motus que significa “causa de movimiento”.

Si desglosamos la palabra podemos decir que la motivación es el-motivo-para-la-acción: el por qué haces lo que haces.

Según los expertos existen dos tipos de motivación. Para que te hagas una idea más práctica de en qué consisten, las explicaré a través de un ejemplo:

Imagínate que es lunes por la tarde y una chico llamado Manuel acaba de llegar a casa. Manuel entra por la puerta, llega al salón y se deja caer en el sofá mientras se recuerda a si mismo que dentro de media hora tiene que ir al gimnasio.

¿Por qué razón decide Manuel abandonar el sofá, coger la bolsa, e ir al gimnasio?.

Pueden existir dos posibilidades:

1. Porque sabe que si va al gimnasio durante tres días a la semana, perderá esos kilitos de más que le permitirán ponerse su traje preferido en boda de su amiga Cristina. En este caso, la motivación se produce por una influencia externa: la boda de un amiga; para la que Manuel quiere alcanzar un resultado: estar más delgado. Este tipo de motivación se denomina extrínseca.

2. Porque ir a clase de spinning le encanta, le ayuda a liberar la tensión acumulada durante el día, disfruta con la música y además se siente mejor anímicamente. En este caso, es la propia tarea de ir al gimnasio la que le produce interés y placer. Este tipo de motivación que surge de la persona se llama: motivación intrínseca.

Por lo tanto, para impulsarte a realizar algo; o bien la tarea te encanta, o pretendes obtener alguna recompensa mediante su realización.

 

LA ACCIÓN: TU MEJOR ANTÍDOTO

¿Y qué ocurre si a Manuel no le gusta nada hacer spinning y ha decidido que para la boda se comprará otro traje?  ¿Dónde está la motivación en este caso? ¿Acaso existe alguna razón que le pueda mover del sofá?

Como hemos visto anteriormente, la palabra motivación es el motivo-para-la-acción. Por lo que si nos quedamos sin motivos ¿Adivinas que nos queda?: LA ACCIÓN.

A menudo nos creemos que para hacer algo tenemos que sentirnos motivados:

 

 

Porque alguien nos engañó, nos dijo que la motivación estaba en nuestra cabeza y la necesitábamos para hacer cosas.

Sin embargo, ¿no te ha pasado alguna vez que una amigo te ha llamado para salir y has pensado: PUFF ¡QUÉ PEREZA!; pero al final, medio arrastrando los pies, te has presentado allí y el rato que habéis pasado juntos ha terminado siendo de lo más divertido?.

Al final, te das cuenta que tan solo: hay que empezar. Porque a medida que avanzas, te sientes mejor, resulta menos complicado de lo que pensabas y el beneficio que obtienes es mucho mayor.

Así que ¡Olvídate de la motivación y actúa!

Quizás estás pensando:

-Sara, si eso de que hay que actuar yo ya me lo sé pero… ¡Actuar así por así a mí no me sale!

Para esas situaciones en las que actuar se convierte en una tarea épica, te presentaré tres técnicas que puedes aplicar para traer a tu motivación de vuelta de las Bahamas.

Pero… ¡Eso será en el próximo post!

Mientras, puedes compartir conmigo las técnicas que utilizas para motivarte y así contribuir a que la lista sea más larga 😉 

El otro día escuché que el aprendizaje si no es compartido no vale de nada así que ¿me dejas que aprenda de ti en los comentarios?

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¿Qué es lo que haces cuando te sientes desmotivado? ¿Me cuentas tu truco?

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